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Aonia miraba con dulzura a su niña. El bebé le miraba y reía. Aonia le sonrió mientras le apartaba el mechón de pelo dorado que le caía sobre los ojos.
- No hay cosa más bella en el mundo-susurró una voz a su espalda-. Pero sabes que esto no va a durar eternamente. Si sigue aquí atacarán nuestro mundo y... a ella.
- Ya lo sé Ismhar. ¿Qué vamos a hacer?-preguntó preocupada Aonia.
- Dímelo tú, estoy seguro de que tienes alguna idea-dijo Ismhar.
- Sí, llevarla con Sara y Alberto. Pero entonces...
- dejará de ser inmortal-concluyó Ismhar-. Lo sé pero es la única opción.
Se escuchó el ruido de un portazo en la puerta de abajo del castillo.
- ¡Dame la mano!-gritó Ismhar.
Aonia agarró fuerte a Nawin, su preciosa hija de ojos dorados, y le dio la mano a Ismhar. Justo cuando un monstruo de tres cabezas parecido a un troll entraba en la habitación un destello azul inundó la habitación y desaparecieron sin dejar rastro.
***
Sara y Alberto almorzaban cuando se oyó de repente el ruido de una pisadas en el recibidor.
- ¿Pero qué...?-mascuyó Alberto con la boca llena de comida.
Ismhar y Aonia aparecieron con Nawin por la puerta del comedor. Sara se levantó al instante para saludar, con sorpresa, a sus inesperados invitados.
- ¡Ismhar, Aonia! Que grata sorpresa. ¿Qué haceis por aquí? ¿Como está el reino? ¿Y el castillo?
- ¡Buenas tardes!-saludó Alberto.
- Todo va mal, amigos. La profecía se está cumpliendo y vienen a por ella-comentó Ismhar mientras miraba preocupado a Nawin.
Unas lágrimas se derramaron por los ojos de Aonia y Nawin miraba a todos lados intuyendo que pasaba algo malo.
- Si os podemos ayudar en algo...-comentó Alberto.
- Tenemos que confiaros a Nawin... es la única opción de que siga con vida-dijo Ismhar.
- Oh-murmulló Sara- Estaríamos encantados, pero... nadie me ha visto embarazada.
- No importa, podemos manipular las mentes de los humanos. Haremos que crean que sí lo has estado.
- Entonces lo haremos-dijo Alberto-. Sabeis que siempre estamos encantados de ayudaros en lo que podemos y esta vez no va a ser diferente.
- Muchas gracias-sollozó Aonia, que hasta ahora no había hablado por la profunda tristeza que la invadía.
Aonia entregó a Nawin a Sara mientras sentía que se le rompía el corazón.
- Una cosa. Nawin es un nombre un poco raro para una niña humana. ¿No deberíamos cambiarle el nombre?-preguntó Alberto.
- Sí, creo que es lo mejor-contestó Ismhar-. ¿Aonia?
- Juliette. ¿Es lo suficientemente humano?
- Sí-contestó Sara-. Muy humano.
- Creo que deberíamos de irnos a defender el castillo. Podrían destruírlo-comentó Ismhar.
- Sí-murmulló Aonia-. Espero que nos veamos pronto.
Aonia se acercó a darle un beso al bebe.
- Adiós-murmullaron Aonia e Ismhar a la vez.
- Adiós Nawin, te quiero-murmulló Aonia despació mientras desaparecían otra vez para aparecer en medio del vestíbulo del castillo.
Sara y Alberto se miraron durante un largo rato y volvieron a comer en silencio. Sara no soltó a la chica en ningún momento del día. Durante el día fueron apareciendo cosas de bebes: cunas, comida y algunas cosas más.
- Lo estarán teletransportando mientras no luchan-comentó Sara a Alberto una vez.
Nawin los miraba extrañada preguntándose donde estaría su mamá pero años después lo olvidó.
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