- Vamos, hija, no me puedes decir que esto no es genial -me dijo.
- Sí... -respondí yo-. Si te gusta que te rapten.
Mi madre suspiró.
Realmente aquello había sido un rapto, mi madre me había dicho que nos íbamos a no sé qué compras, cuando de repente me metió en un coche, cerró las ventanas con un cristal negro de forma que yo no pudiese ver el exterior y sin poder evitarlo me allé en aquella horrible reunión.
Nicholas me miraba sonriente desde el otro lado de la sala, y yo aparté la vista. Entonces, se abrió una puerta y salió un tío que yo no conocía de nada.
- Los Voladores -anunció.
Entonces todos nosotros (la raza de alas) nos movimos en una leve convulsión y de las espaldas de todos aquellos pertenecientes a mi raza salieron cuatro voluminosas alas.
- Los Oceanic.
Inmediatamente los semi-peces tuvieron su cola correspondiente.
Los hombres lobos también se convirtieron al ser nombrados.
Con un gesto de cabeza, el hombre dio a entender que los "mayores cargos", por llamarlos de alguna forma, tenían que entrar en la sala contigua. Todos ellos avanzaron hasta entrar en la habitación, después la puerta se cerró. Mi madre se había ido con ellos. Me parecía estúpido. Me llevaba a una Reunión para que me dejase plantada en una sala llena de desconocidos. Perdón, miento, con un conocido...
- Sabía que acabarías viniendo -Me dijo Nick al acercarse a mí.
- Realmente, no ha sido por voluntad propia, me han raptado.
- Ah, claro, eso lo debió de ser...
Le miré con odio y le di la espalda. El se volvió para mirarme.
- Eh, no te enfades. Realmente, quería que vinieses. Quería presentarte a varios amigos.
- Bien, pues yo no quiero conocerlos -anuncié.
- No seas tonta. Ven conmigo -me empujó hasta donde había un grupo de personas.
Todos los jóvenes, que éramos los que nos habíamos quedado ahí, habíamos escondido de nuevo nuestras alas, aletas, o habían vuelto a su forma humana.
- Buenas, Nick, parece que llegas bien acompañado... -observó un chico alto y fuerte.
- Solo quería presentárosla. Chicos, esta es Jessica. Jess, ellos son Edmund, Charles, Marc, Joe y ella es Ann -nombró señalándoles uno a uno.
- Encantada -murmuré. No quería parecer una malaje delante de ellos.
Nick me obligó a quedarme un rato con ellos. Aunque al cabo del rato conseguí escabullirme con la excusa de que necesitaba ir al baño.
Avancé sin prisa, intentando tardar el mayor tiempo posible. Ni siquiera sabía dónde se encontraban los baños. Quería salir ya de aquella estúpida reunión, no quería seguir con los amigos de Nick, ni tampoco con él solo quería volver a casa...
Estaba pensando en todo eso cuando me tropecé bruscamente con otro chaval.
- Eh... lo siento, discúlpame -dije.
Él se quedó mirándome fijamente, yo me empecé a poner nerviosa y el chico sonrió.
- Tú debes de ser la hija de Nicole, verdad? -efectivamente, esa era mi madre-. Encantado, me llamo Zac. Tu nombre es... Jessica. ¿Verdad?
- Sí -no me iba a molestar en preguntarle que cómo lo sabía, me había pasado muchas veces, que me conocían porque sí-. Bueno, lo siento, encantada de haberte conocido.
Era un chico alto, de pelo castaño y los ojos, azules, resaltaban mucho sobre su piel ligeramente morena. Me alejé a paso ligero, y todavía sentida su mirada clavada en mi nuca.
Fui al baño y me miré al espejo. Me retoqué un poco el maquillaje y volví a salir al vestíbulo. Me eché a andar lo más despacio posible. Zac estaba en el mismo sitio en el que le había dejado, aunque esta vez con otra chica, que aparentaba ser unos años más mayor que él, y que giró la cabeza, la ladeó y me estudió con la mirada. Zac también se volvió y sonrió. Los dos se acercaron a mí. "Tierra, trágame" pensé. Realmente no tenía ningún tipo de ganas de hacer vida social.
- Hola otra vez -saludó él con una sonrisa-. Em... esta es mi hermana, Calipso.
¿Calipso? Por favor, que nombre más raro, es como si fuese el nombre de una diosa griega... :S
- Hola, Jessica -saludó. Tenía una voz angelical.
- Encantada -respondí.
- Jess, creo que tus amigos... -empezó Zac.
- No son mis amigos -corté-. Solo conozco a uno de ellos.
- Bueno, el grupo con el que estabas se a ido afuera, ¿querrías acompañarnos a nosotros? - hablaba muy... formal. Me recordaba a mi profesor.
- Mm... bueno...
Les seguí a un lugar más apartado, y empezamos a charlar. Yo respondía levemente a sus preguntas, aunque la mayor parte del tiempo me dediqué a evaluarlos. El chico no dejaba de sonreír. Los ojos le brillaban.
Estuve un tiempo con ellos, hasta que la puerta por la que antes había desaparecido mi madre se volvió a abrir, y otro hombre, distinto del anterior, nos anunció que podíamos entrar en el comedor.
Todos avanzamos. Varios hombres, que parecían mayordomos, nos guiaban hasta nuestras mesas, los "mayores cargos" ya estaban sentados, entre ellos mi madre. Me guiaron hasta la mesa en la que ella se encontraba. Todas eran redondas, con ocho sillas elegantes alrededor. Yo me senté al lado de mi madre, en frente mía había una tarjerira que decía: Señorita Uley. La tarjera de al lado mía rezaba: Señor Cardew. El resto de la mesa la ocupaban los Cardew. Vimos a aparecer a la familia que estaría con nosotros entre los cuales se encontraban... Zac y Calipso.
Los seis que formaban la familia se acercaron, nos saludaron y se sentaron, Zac a mi lado, y Calipso junto a él. Los demás se presentaron. Sus padres eran Jhon y Zahara. Los dos hermanos más pequeños eran Odeth y Will. Las mujeres de esa familia tenían nombres realmente extraños.
Mi madre y la familia de Calipso y Zac parecían conocerse de toda la vida, aunque, la verdad, eso pasaba con todas las familias que conocía de razas. La cena se me hizo larga y aburrida. Zac me miraba de vez en cuando, pero, viendo que no tenía ningún tipo de interés por unirme a la conversación que mantenía con su hermana, se volvía de nuevo.
Al cabo del rato Calipso me sacó de mis pensamientos:
- Ey, Jess, ¿tú piensas convertirte en un alto cargo?
- Mmm -dudé-. No, realmente, esas cosas no me interesan.
Los componentes de las razas podían elegir hacer una especie de "carrera" para ser un alto cargo. Es como la vida política de los humanos.
- Am... yo sí quería intentarlo -contestó ella-. Aunque Zac pasa completamente de ello.
Él sonrió. Aunque hablase raro, me gustaba su sonrisa... era tan... sincera ! :)
Por fin se acabó aquella monótona velada. Al despedirnos, Calipso me dio dos besos y me dijo que esperaba verme pronto. Para mi sorpresa, Zac hizo lo mismo. Los chicos de mi clase no suelen... Dar dos besos ni nada de eso.
- Adiós -se despidió mi madre-. Espero que os paséis de vez en cuando por casa.
Yo abrí mucho los ojos. ¿Qué decía mi madre de invitarles?
- Venga ya, Jess -me dijo mi madre, camino de casa, en el coche. Le había preguntado sobre eso-. Ellos viven en nuestra ciudad, y somos amigos desde que tenemos tu edad. Además, parece que has hecho buenas migas con los hijos mayores.
-Pss... -murmuré.
Calipso
Zac
Mi madre con el vestido puesto
Mi vestido
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