CAPITULO OCHO

      - ¡Hola, loca! - la voz de Abby sonó al otro lado de la línea. Eran las diez de la mañana, pero yo aun estaba dormida-. ¡Tía, no nos habías dicho que venías! Las chicas quieren organizar una fiesta, para tí. Es hoy, en mi casa... Ah, por cierto, no puedes negarte, vamos a ir a buscarte.
      - Abby... ¿por qué me despiertas para contarme tus paranoias? -le pregunté-. Tía, estoy cansada.
      - No te me vuelvas cani... -avisó-. No quiero tener una amiga chula, que pasa de todo a no ser que sea su "yo".
      - Que no, que no...
      - Entonces, xau, ¡nos vemos!
      Colgué. Todas mis amigas eran iguales, aunque un poco... en fin, eran muy simpáticas.
      Bajé las escaleras. Allí estaban mis dos hermanos pequeños, Mireia estaba durmiendo y los mayores en la Uni.
      - Mamá -murmuré-. Que las chicas me han organizado una fiesta.
      - Ah,muy bien, ¿no? -contestó ella.
      - Pff... no me gusta que se molesten por mí.
      - Son tus amigas -dijo-. Normal que te hagan fiestas.
      - Bueno... Hoy en casa de Abby.
      - Oks -aceptó ella.
      Estaba muy cansada, yo preferiría no hacer fiestas... pero mejor no negarme. Subí a mi cuarto y encendí el reproductor de música. Puse mi disco, y "Dance With Me" empezó a sonar. Me gusta esa canción. Habla sobre todo lo que me gusta de mi vida, a la que considero un continuo baile.
      Miré a mi armario. Allí estaba el poster dibujado por mi hermano... Me encantaba. No quiero volver a mi rollo de vida de cantante. Pero mis fans... son como amigos, no les pienso abandonar.
      - Cony!! -chilló una voz desde la puerta. Era Diane.
      - ¡Hola, peque! -dije-. ¿Qué haces aquí?
      La cogí en brazos y ella señaló un karaoke que yo tengo.
      - Quiero cantar -explicó ella.
      - ¡Claro, enana!
      Le encendí el karaoke y se puso a cantar. Por esto vale la pena estar en casa, por ver a mi family, estar con ellos.