CAPITULO TRES

      El móvil me sonó con fuerza.
      -Madre mía... -pensé, todo el rato son reuniones y porquerías.
      Era Kevin, un chico que me organizaba la vida, pero que, en verdad, me caía super bien.
      -Hola, dormilona -me dijo-. Mira, hoy tienes... la reunión con el tío de la discográfica, una firma de discos, una entrevista para la revista "Super Pop" y una cena con Taylor Swift, ¿qué te parece?
      -Genial -dije con sarcasmo-. Excepto lo de la cena con Tay... lo demás es una porquería.
      -Lo siento, es culpa tuya, te pasa por cantar bien.
      Sonreí.
      -Me voy a fugar, ¿qué te parece? -le anuncié-. ¿Te vienes conmigo?
      -Me temo que es materialmente IMPOSIBLE fugarse de la fama.
      -Si me acompañas a lo mejor no me encuentran -propuse.
      -Ah, no, eso sí que no. Si te marchas es TÚ SOLA.
      -Pff, mira, que te den, ¿vale?
      -Oks, lo apuntaré en tu lista de tareas.
      Que conversación más patética, por favor, pensé, pero este chico siempre hacía que el tiempo volase.
      -Hacemos una cosa, tú te fugas y yo no se lo digo a nadie -siguió él-. Pero voy a dejar este tema porque los de Seguridad te cogerían antes.
      -Bueno... -contesté resignada-. ¿Sabes si Tay va a ir con Selena?
      -La Brujita esa... mmm, no.
      -Bueno, vale, nos vemos, xau.
      -Adiós.
      Ser famosa tenía sus pros y sus contras, conocías a to el mundo, pero era un rollazo todas las quedadas y todos esos... pff, aburrimiento.

Corny