Él estaba en una celda con barrotes. Dentro solo había una pequeña tabla y unas cuerdas, con las que había creado una cama. Tenía las ropas algo roídas, y el pelo, azul, había perdido su brillo.
Hacía noches que había intentado conectar con Giselle, pero había algo... Una fuerza que le impedía invadir su mente. No le había pasado las otras dos veces que había irrumpido en sus sueños.
La verdad es que no solo pensaba en ella por el hecho de que los dos eran Elegidos... Cada vez que estaban juntos, él se sentía feliz, como nuevo.
Los seres de su raza se enamoraban de todo lo que veían: las flores, las hojas... pero el amor más intenso era hacia una persona. Ahora él lo sentía.
- ¡Eh, tú! ¡Kash! -gritó un hombre forzudo-. ¡¡Acuéstate ya si no quieres que vaya a partirte la cara!!
Su familia había muerto hacía tiempo, pero no le importaba, no les había conocido, ya que en cuanto nació y vieron la marca circular en su ombligo, lo mandaron al Templo, donde le enseñaron desde pequeño la magia, el arte de la espada y muchas cosas más.
Sabía que tenía una hermana, que seguía viva, pero como tampoco sentía amor por ella, ya que no la había conocido, nunca se dedicó a buscarla. Solo conocía su nombre: Kaleia. Su vida se había reducido al entrenamiento como guerrero. Solo entrenaba y entrenaba, hasta que un grupo de hombres negros le habían encerrado en aquella apestosa celda. Ahora estaba recluído, encerrado sin haber hecho nada malo. Le volvió a la mente Giselle... Sabía que tenía dos amigas... Alyssa y Karelle. También sabía que Karelle era la Shumnylen. La otra era un semiángel. No conocía el pasado de ellas, pero al menos tenía constancia de lo suficiente como para entender que debía encontrarlas.
Cerró los ojos. Intentaría visitar a Giselle.
holaa!! =) mirad, keria subir una fotiito d Kash, pero el blog este, que no m dejaa!! u.u, no pasa na, la subire en cuanto pueda ;)
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