Chris ha estado detrás de mí como una mosca. No es que no quiera, pero le noto raro. ¡Nunca se había fijado en mí! En el laboratorio volvimos a ser pareja, y no paraba de hablarme. En la cafetería me senté con mis amigos, que discutían sobre si debían o no presentarse para tocar con la banda en la fiesta de fin de curso. Yo, la verdad, estaba pasando bastante del tema. Lizz se dio cuenta y me susurró:
-Hoy te he visto muy pegadita a Chris.
Yo me puse super roja.
-¿Perdona? -le dije-. ¡Es él!
-Ya... -dijo ella con ironía.
Al salir de clase, Chris se me acercó y me preguntó que si me podía acompañar a casa. Por supuesto, le dije que sí. No pensaba dejar escapar uno oportunidad así: ¡Chris acompañándome a casa!
En el camino no parramos de hablar, Lizz me miró de refilón, y se fue con los otros, en vez de conmigo, como hacía siempre, sabía que no debía interrumpir.
En verdad, Chris y yo compartimos más temas en común de lo que yo pensaba. Estaba de acuerdo en casi todo lo que yo decía, y a mí me pasaba conmigo conél.
Al rato, llegamos a mi casa y resoplé. ¡Qué pronto se acaba lo bueno!
Yo iba a entrar pero me cogió del brazo y me dijo:
-Pue... puedo hacerte una pregunta?
Yo me puse colorada y asentí. ¡A saber que me iba a decir!
-Que... quería saber -tartamudeó-. Si... ¿querrías ir conmigo al baile de Fin de Curso?
Lo último lo dijo MUY rápido, y yo me quedé a cuadros.
-¡Claro! -dije yo.
-Ah... pues -siguió él-. pues... nos vemos!!
Yo entré en mi casa, dejé la mochila subí corriendo las escaleras y cogí el móvil. Tecleé unos números:
-¡Lizz! ¡Tía, adivina lo que me ha pasado!
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