CAPITULO 9

      Giselle se despertó  con un grito. Lia, que estaba sentada al lado de la cama de la Elegida, estaba pálida. Había visto como Giselle se retorcía en sueños, sudaba y gritaba. Giselle volvió la cabeza para mirar a Lia, y luego se tapó con la manta.
      -Una pesadilla -dijo la chica por toda explicación.
      De pronto, unos fuertes golpes en la puerta sobresaltaron a las dos chicas. Karelle entró con su habitual cara de odio, pero esta vez más furiosa.
      -¡Tú! -gritó dirigiéndose a Giselle-. ¿Qué has hecho? ¿Qué te has dedicado a hacer esta noche con esa tal Jumsh?
      -¿Qué? -susurró Giselle consternada-. Yo no tengo la culpa... No sé quién es...
      -¿Cómo que no? ¡¡Estuviste allí antes que yo!!
      Giselle se enfadó. Estaba harta de Karelle y de su manera de tratarla.
      -¡¡Tú no tienes ni idea de lo que hago o no hago!! -chilló-. ¡Así que cállate la boca y deja ya de ser la repelente del grupo!
      Karelle primero se quedó callada. Luego miró a la otra super mosqueada. Nunca se había atrevido nadie a levantarle la voz. Además, ella no era repelente, solo sabía hacerse respetar, y caía bien a todos los que conocía.
      -¡Estúpida! ¿No te das cuenta de que aquí la primera en llegar he sido YO? ¿Quién sabe más de todo este lío aquí? YO. Así que puedes esperar que la que manda aquí seguramente también seré yo, entre otras cosas porque dudo que alguien como tú sea capaz de guiar a los demás.
      Giselle iba a responderle con otro largo discurso, cuando de pronto se le encogió el corazón. Oía una triste melodía, como si fuese el llanto. ¿De dónde venía? Se sentía cada vez peor, más depresiva, no tenía fuerzas para seguir discutiendo. Karelle también parecía sentir lo mismo. Giraron la cabeza: Lia estaba llorando, de ella salía la música.
       -No os peleéis -gimoteaba-. No gritéis.
       Karelle miró a Giselle y salió de la habitación, pensando que ojalá no hubiese sido aquella imbécil de Giselle la Komyden.