CAPITULO 2

Detrás de ella no había nadie, solo la oscuridad de la noche que formaba sombras con la luz de las farolas de la calle. Sin embargo volvió a escuchar:


-¡Por fin! –esta vez con clara sensación de triunfo.


Los latidos de Giselle se aceleraron. ¿Qué era aquello? No se lo pensó dos veces y salió corriendo sin mirar atrás. Oía a la voz decirle:


-¡No!


No paró de correr hasta que llegó a la puerta de su casa. La cerró de un portazo, subió con prisas las escaleras, se metió en su cuarto, cerró la ventana y se metió en la cama con ropa.


Tembló cuando oyó la puerta abrirse, pero se relajó cuando oyó la suave voz de su madre:


-¡Vaya! ¿A qué vienen esas ganas por llegar a tu cuarto? ¿Te ha pasado algo?


-N-no –contestó Giselle.


-¿Seguro?


-Seguro


-Bueno, pues… ¿al menos te pondrás el pijama? –la preguntó.


-Eh… sí, claro –se levantó para darle a entender a su madre que cumpliría la orden.


Su madre se fue, y ella se cambió. Se metió, aun asustada en la cama, y consiguió dormirse rápido.


* * *


Estaba en un prado verde. El cielo estaba muy azul y sin una sola nube. Estaba sola.


De repente una mano que la tocó la espalda hizo que se sobresaltara. Se giró con brusquedad y lo que vio la sorprendió profundamente. Era un chico. Pero un chico un tanto extraño. Tenía los ojos más grandes de lo normal y de color lila claro, el pelo azul. Era muy alto y, lo que más sorprendió a Giselle, tenía la piel de color verdoso. Vestía un unos pantalones marrones anchos, sujetos con un cinturón de cuero, y una camisa, también ancha, de un color pardo. Llevaba un palo larguísimo que terminaba en círculo con… con una bolo celeste suspendida en medio del círculo.


-Hola –saludó el ser.


-H-hola… -balbuceó Giselle


El chico sonrió y se sentó junto a ella.


-No te pareces en nada a lo que yo me imaginaba.


-¿Quién eres? –preguntó ella.


-Me llamo Kash. –respondió.


-¿Kash?


-Sí.


-Yo soy Giselle.


-Encantado, Giselle –dijo él, aun sonriendo-. Me alegro de que te pudieses dormir después de la impresión de haber escuchado a un dèstile –al ver la mirada interrogante de la chica continuó-. Espíritus.


-¡¿QUÉ?! –gritó.


-Sí, para vosotros es difícil de creer. Existen, transforman, cuidan… Ellos son vitales… Y tú también.


-¿Yo por qué?


-Porque eres vital en la existencia de nuestro mundo.


-¿Vuestro mundo?


-Veréndil. Verás, hace tiempo una gran guerra, la mayoría murieron: nuestra reina incluida. Neleim era nuestra Reina. A su muerte dejó un mensaje. Perdona si no entro en detalles, no tienes mucho tiempo –Giselle asintió-. Aquí entras tú: lo único que nos dejó de pista es que teníamos que buscar a cuatro “Elegidos” que ella indicó. Nos ha costado décadas conseguir encontrarte, ahora tú seguirás la misión.


-¿Cómo? –Dijo ella- Creo que esto es un error…


-No, eres tú. Lo siento no poder decirte más. Solo digo una cosa: sigue a tus dèstile.